Hoy en día la idea de cómo debe verse una persona está alejado de la realidad, y lo he notado más con mujeres (porque trabajo con mujeres). Una hojeada a cualquier revista de ejercicio, moda o salud, ver redes sociales o la televisión, todas muestran una imagen irreal. Cuerpos delgados, rostros perfectos, mujeres exitosas y felices.
La mayoría del tiempo la publicidad es muy superficial, en el sentido de que sólo vemos una cara de la moneda. La mujer con curvas, abdomen plano, glúteos perfectos y sonriendo no existe. Lo sé, soy coach de esa persona.
Cada consulta inicial lo escucho: "quiero verme como tal mujer, se ve que lo hace bien, quiero hacer lo que ella hace.” O “verme así, fuerte pero sin perder mi feminidad”, (creo cada quien es libre de expresar lo que es feminidad y no dejarse llevar por lo que la sociedad imponga).
Como humanos enseñamos lo que nos hará sentir mejor, más seguros y menos juzgados. Nadie habla de la frustración, las lágrimas, los antojos y auto-críticas que uno se hace por pensar que no puede tener todo a la perfección.
Trabajo con mujeres exitosas, inteligentes, fuertes, trabajadoras y nobles. Y un objetivo ha sido guiarlas a ver que el antojo por una copa de vino es normal y parte de la vida. Que algunos días esa mancuerna o bici puede que se mueva un poco más lento o difícil de lo normal. Que ese helado de chocolate es la mejor opción para cuando se sienten fuera de órbita. Y que aún así son fuertes y capaces de mucho.
Porque, honestamente, hay cosas más importantes que el número en la báscula o las fotos que vemos en Instagram. El equilibrio emocional, tiempo que pasamos con amigos y familia, disfrutar de lo que nos hace feliz, y ser simplemente uno mismo. Solo así podemos disfrutar del proceso que es lograr un objetivo (o muchos).
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